A menudo escapo, como humo despreciado de tabaco,
del riesgo que supone escribir;
más no lo hago veloz, acaso porque quiero,
en lo interior de mi alcoba vacía
que vuelva a tentarme y a secuestrarme.
...donde se quema la ropa en las cuerdas del SOL, pongo a orear mis hojas, tachados los versos y ya seca la tinta, en la baranda de mis sueños, cascote de mi muralla y cuarto menguante.