Concibo la aurora como el rostro aseado de la noche,
como el puente rosáceo que une mis ventanas
ansiando encontrar la oscuridad huyendo por los tejados.
Descosiendo el alma y liberando mis ángeles negros,
negros como el dolor, te eximo de culpa Nostalgia
pues no hay soledad sin llanto ni llanto sin trago amargo,
como no hay desnudo sin ropa, sin ojos, ni manos.
Diviso trincheras con frío en los albores del nuevo amanecer
cavadas en la pared de callejuelas cortadas
por hadas y sus secretos guardados sin centinelas
bajo sus velos de tul;
el boceto de una frontera llama a las puertas del miedo,
stairway to hell y pase sin llamar.
Excluyo de mis pensamientos las buenas acciones del día
que guían mis pies descarriados a la cañada real,
no busco ser la oveja negra pues soy el blanco cabrón
pimpollo de Lucifer.
Si suculentas son tus manos celestes ensangrentadas de arcilla
dime, ¿por qué me han abandonado?
Se desploma el cielo quedando preso el aire entre mi espalda
y tu pared,
no inclino ya mi mirada a las huellas indelebles que marcaron
las rojas oquedades de tus labios.
Y ahora que la luna estrangula a los rayos del sol
con guantes de seda y bata de cola,
con nocturnidad y alevosía
se hizo la noche.
De "Lo bueno de ser una rata"