La inspiración
eclipsada por la fatiga
tambalea la agudeza de mi mente
y amamanta el aullido lastimero
del descanso.
Un sentimiento de caída pasajera
y vacío permanente
atracan en el puerto del hastío
arrastrando tras de sí
una bruma cansina,
un calabobos plomizo y gris
que envuelve con paciencia desmedida
la consciencia sumisa de mi yo,
que abatido,
se rinde
ante tal poder de inconsciencia.
De “Simples discurrires. La caja desempolvada”