Es la lluvia cuando decide lavar
la cara del campo,
pulir las piedras,
anegar praderas de cantueso
avivando esquejes desahuciados.
Es la lluvia cuando decide mojar
la garganta de los hombres,
desenredar espinas,
arrugar hojas de papel
desvaneciendo versos trenzados.
Dejará charcos
donde mirar la luna escrita,
donde coger reflejos
para enjuagar la hiel y aliviar
al pétalo enfermo.
Dejará silencio
en la algazara del viento,
en las ramas del aire,
un sol enzarzado buscando
caudales de sosiego.
Es la lluvia cuando decide brotar
en el huerto de los sueños.
la cara del campo,
pulir las piedras,
anegar praderas de cantueso
avivando esquejes desahuciados.
Es la lluvia cuando decide mojar
la garganta de los hombres,
desenredar espinas,
arrugar hojas de papel
desvaneciendo versos trenzados.
Dejará charcos
donde mirar la luna escrita,
donde coger reflejos
para enjuagar la hiel y aliviar
al pétalo enfermo.
Dejará silencio
en la algazara del viento,
en las ramas del aire,
un sol enzarzado buscando
caudales de sosiego.
Es la lluvia cuando decide brotar
en el huerto de los sueños.
Un poema que debe leerse despacio, muy despacio, como todos los buenos poemas. Sol enzarzado, pétalos enfermos,esquejes desahuciados, huerto de los sueños...Parece más bien que hablas de nuestra sociedad actual. Un abrazo muy fuerte, poeta.
ResponderEliminarMaestro Fernando, tus siempre bien recibidas palabras, sabias y propias de un trovador a la antigua usanza. Un placer leerte criticarme.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, poeta, amigo.
Qué forma más bonita de hacer lo pequeño tan grande. Me ha encantado
ResponderEliminarGracias Marina, sinceramente esperaba ese comentario de una poeta con una sensibilidad tan profunda como la que profesas en cada verso, ya sea en composiciones de índole crítico-social, romaticas o pasajeras.
ResponderEliminarGracias por perderte entre mis cascotes, fruto de mi último butrón contra el muro de una cárcel.
Un abrazo, paz y amor.