Ha negociado el eterno bufón
con el vetusto arlequín
un cambio temporal de rostro.
Ni el negro es negro ahora, ni el blanco
es blanco ya
.
Sin matices. Todo es gris;
como la triste noticia de un adiós repentino,
como un cambio inesperado
o una hostia en la cara del inocente.
Sin matices. Una hostia y punto.
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